¿Cómo llevar una alimentación antiinflamatoria?Conoce sus beneficios
Llevar una alimentación antiinflamatoria puede ser muy sencillo una vez que comprendes cómo funciona. Hay que saber elegir los ingredientes, pero también lo que sucede alrededor — como el horario, la frecuencia, tu estado de ánimo, el entorno, ¡todo cuenta!
La inflamación no siempre es mala
Imagina que te caes y te golpeas la rodilla. La piel se pone roja, se hincha, se siente caliente. Estas son las señales de que el sistema inmune está acudiendo al lugar de la herida para detener la agresión y después restaurar los tejidos. Es inflamación aguda que dura unos días, semanas o meses y es muy benéfica, porque protege y repara. Otros ejemplos son: dolor o fiebre por una infección o por una sustancia tóxica que entró al cuerpo. Aparece como un síntoma intenso, hace su trabajo de proteger y reparar y después se va.
En cambio, cuando la inflamación no desaparece, se vuelve dañina. Es como si en una ciudad hubiera incendios continuos que nunca se consigue apagar del todo. Puede ser porque el equipo de bomberos no está bien entrenado o no tiene las herramientas necesarias, o porque hay una fuga de gas constante que está provocando los incendios una y otra vez. Aunque parezcan incendios pequeños, después de meses pueden extenderse y van desgastando a toda la ciudad, agotando sus recursos y a sus habitantes hasta convertirse en una crisis generalizada. Por eso la inflamación crónica es la antesala del envejecimiento y de condiciones como sobrepeso y obesidad, diabetes, cáncer, tiroiditis, osteoporosis, fibromialgia, infartos, hipertensión, disfunción hormonal, fatiga crónica, lupus, esclerosis, artritis, vitiligo, colitis, etc.
La inflamación crónica es silenciosa, es difícil de identificar porque no es evidente como la inflamación aguda. Y una de las causas más frecuentes es una alimentación inflamatoria, que todos los días está introduciendo amenazas o “incendios” en el cuerpo.
La alimentación puede ser inflamatoria cuando:
- Es excesiva en cantidad o frecuencia, sin dejar descansar al organismo.
- Comes estresado o acelerado.
- Es alta en tóxicos (saborizantes, conservadores, aditivos, pesticidas, hormonas, etc.)
- Fue preparada o almacenada en condiciones tóxicas (plásticos con sustancias tóxicas, sartenes antiadherentes, empaques con tóxicos, etc.)
- Fomenta que persistan ciertas infecciones que ya estaban en el cuerpo y que mantienen la inflamación.
- Fomenta que persista un desequilibrio (bacterias “dañinas” frente a bacterias benéficas) en la microbiota.
- Favorece el aumento de peso, que a su vez incrementa la inflamación.
- El intestino no puede absorber bien algunos nutrientes, aunque los comas.
7 claves para llevar una alimentación antiinflamatoria
- ¿Lo comían nuestros ancestros?
Para decidir si comes un alimento o no (y cuánto comes), puedes imaginar a uno de nuestros ancestros (antes de la agricultura, porque así fue durante la mayor parte de nuestra historia y durante ese tiempo evolucionó el cuerpo que tenemos actualmente). Tal vez atravesaba planicies, bosques, ríos y montañas junto con su comunidad. ¿A qué alimentos tenía acceso? ¿En qué cantidades y en qué temporadas? Probablemente encontraba hojas y plantas comestibles, vegetales, hongos, raíces y frutas (solo en temporada). De vez en cuando había carne de algún animal (de tierra, aves o pescados), nueces o semillas. Esos son los alimentos que nuestro cuerpo sabe utilizar mejor sin inflamarse: los que vienen de la tierra y que forman parte de nuestra alimentación desde hace milenios. Otros tipos de alimentos (como cereales, leguminosas, lácteos, etc.) pueden tener lugar en una alimentación antiinflamatoria pero no en las cantidades, con la frecuencia y con los procesos con los que se consumen en nuestra época. - No es igual una manzana del súper que una manzana del huerto.
La calidad es muy importante. Una manzana del supermercado suele tener decenas de pesticidas y fertilizantes que causan inflamación en el cuerpo. En cambio, una manzana orgánica tiene más vitaminas y minerales (porque fue cultivada en una tierra rica en nutrientes) y no recibió químicos nocivos para acelerar su crecimiento ni para mejorar su aspecto. Lo mismo sucede con los alimentos de origen animal: vale la pena buscar que sean animales criados al aire libre, alimentados con pastura (libre pastoreo), que no hayan recibido alimentos inflamatorios, hormonas o antibióticos (que también van a llegar a nuestro cuerpo).
- Las cantidades también importan.
Es ideal que al menos el 70% de lo que comemos sea de origen vegetal, porque necesitamos cantidades grandes de hojas, vegetales, hortalizas y verduras para que nuestro cuerpo reciba toda la variedad de nutrientes que necesita. Son la base. Además, añadimos carne orgánica de distintos animales (incluyendo algunos órganos, carne cerca de los huesos, ciertas vísceras), huevos y grasas de muy buena calidad (que vienen también de la tierra y de los animales, como las aceitunas, el aceite de oliva, aceite de coco, aguacate, nueces, semillas, ghee, pescados como salmón, bacalao, sardinas y atún salvaje —que son ricos en ácidos grasos omega 3 antiinflamatorios). Cuando comemos así, el cuerpo nos indica cuándo detenernos (nos sentimos satisfechos, no saturados) y es más fácil evitar comer en exceso.
Y una categoría especial de alimentos son las hierbas y especias: aún en cantidades pequeñas, sus beneficios son amplios. Por ejemplo, la cúrcuma, el jengibre, el orégano, el tomillo, el romero, el clavo y la canela tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, además de que potencian los sabores de la comida.