¿En qué consiste la medicina funcional?
Tal vez has escuchado hablar acerca de la medicina funcional. Si te preguntas por qué es diferente de la medicina convencional, aquí puedes conocer un poco más acerca de este modelo.
- Un médico funcional querrá conocer todo el panorama de tu salud, no solo los síntomas de una enfermedad.
Por ejemplo, aunque tú acudas con el objetivo de mejorar el acné, puede preguntarte cuántas veces vas al baño cada día, a qué hora te duermes y qué desayunaste.
Esto es porque desde la medicina funcional, se comprende que nuestros sistemas están interconectados, no son partes aisladas. Para mejorar el acné le interesa conocer cómo están funcionando todos tus sistemas, no solo examinar tu piel. Es una perspectiva holística (es decir, que considera tu cuerpo, tu salud y tu historia como un todo) y por eso es distinta que ir con un médico convencional especializado en un sistema del cuerpo, como un dermatólogo, cardiólogo, gastroenterólogo, otorrinolaringólogo, psiquiatra, endocrinólogo, etc. - Un médico funcional busca la causa de raíz, no solo atiende los síntomas.
Para atender los síntomas del acné tal vez te receten cremas o jabones. En cambio, para atender la causa de raíz hay que preguntar: ¿qué fue lo que desencadenó el acné? Y es necesario explorar cuáles son los hábitos y los factores que están provocándolo, que pueden estar relacionados con el sistema digestivo u hormonal, con la microbiota o con el hígado, por ejemplo.
Si imaginas un árbol, las hojas y los frutos serían los síntomas que percibimos de cualquier enfermedad: desde sobrepeso y alergias hasta depresión, insomnio, poca energía, dolores, gastritis, etc. Para saber qué es lo que está nutriendo esas hojas, hay que ir hasta las raíces del árbol. Ahí están las causas de raíz, como consumo de alimentos procesados, estrés crónico, desequilibrio en la microbiota, falta de sueño, sedentarismo, desbalance inmune, inflamación celular, disfunción de las mitocondrias, infecciones, relaciones sociales débiles, desbalance hormonal, exposición a toxinas, etc. - Te dará un tratamiento considerando tu individualidad bioquímica, no un tratamiento genérico.
Una vez que tú y tu médico funcional trabajaron en conjunto para identificar las causas de raíz, él o ella te ayudará a hacer un plan para restaurar (en la medida de lo posible) las funciones del cuerpo y conseguir que cambien los procesos que llevan al acné (por ejemplo). Este plan es único para ti, pues cada cuerpo es distinto. Puede incluir cambios en tu alimentación, en tus hábitos emocionales, en tus horarios de descanso y en los lugares en los que pasas más tiempo. A medida que lo lleves a cabo, tendrás que observar y conocer tu cuerpo para poder ir ajustando el plan y así obtener mejores resultados. - Te animará a empoderarte y a tomar tu salud en tus manos.
El médico puede ofrecerte conocimiento y recomendaciones, pero quien tiene el poder de hacer el cambio de estilo de vida eres tú. El poder no está en el médico ni en un fármaco milagroso, sino en ti y en cómo apoyas la sabiduría de tu organismo. - Tiene un enfoque preventivo, no reactivo.
Desde la perspectiva de la medicina funcional y de las medicinas antiguas, cuando apoyas la salud de una parte del cuerpo, apoyas la salud de todo el cuerpo. Es decir que al seguir las recomendaciones, estarás mejorando el funcionamiento de todos tus sistemas para disfrutar de longevidad, vitalidad y salud por muchos años. No estás combatiendo una enfermedad reactivamente, sino construyendo salud todos los días. Por eso puedes acercarte a un médico funcional antes de tener alguna enfermedad o síntoma: se trata de cultivar salud.
Eso sí, cuando se trata de emergencias o de enfermedades agudas, ¡hay que correr a ver a un médico convencional! Si tienes un hueso roto, un paro cardiaco o una hemorragia, la medicina convencional es una maravilla. Pero si se trata de prevenir o mejorar enfermedades crónicas (como el cáncer, la diabetes, el Alzheimer, etc.) y de mejorar la calidad de vida a largo plazo, un médico funcional será tu mejor aliado.