¿Hambre o ansiedad? Aprende a reconocer y controlar tus antojos

Aprende a reconocer cuando verdaderamente tienes hambre o cuando se trata de un antojo. Con esta serie de preguntas lograrás identificar tu ansiedad y controlarla.

Qué debes hacer cuando tienes un antojo incontrolable?

Los antojos no son simples caprichos de nuestro cuerpo, sino señales de algún desbalance.

Si aprendemos a interpretarlos, podremos entender un poco mejor la sabiduría de nuestro organismo entero.

Por ejemplo, pueden indicar que nos hace falta un nutriente en específico, que en nuestra microbiota están multiplicándose familias de bacterias que no nos convienen (y que se alimentan de azúcar) o que los niveles de azúcar en la sangre están subiendo mucho (y bajando repentinamente después).

También pueden ser señales de alguna emoción que no es tan fácil de identificar —como aburrimiento, estrés, tristeza o soledad— y que puede disfrazarse de hambre o antojo cuando no nos detenemos a explorarla.

Puede ser útil hacerte estas preguntas la próxima vez que sientas un antojo insistente.

  1. ¿Estoy sintiendo hambre real, un antojo o una emoción?
    Lo primero es preguntarte si esa urgencia que sientes por comer es realmente hambre o es algo más. Puedes colocar una mano sobre tu abdomen y respirar profundamente dos o tres veces, de manera que el aire llegue hasta el fondo de los pulmones y haga que tu mano se eleve suavemente. Después, puedes repasar mentalmente cómo se siente tu cuerpo. ¿Qué partes están tensas? ¿Sientes algún dolor o incomodidad? ¿Qué sensaciones identificas? Una vez que hayas hecho este breve repaso, puedes preguntarte: ¿estoy sintiendo hambre real? En este punto será más sencillo identificar su intensidad: del 1 al 10, ¿qué tan intensa es la sensación de hambre o de antojo?
  2. ¿Qué tan bien me he hidratado durante el día?

La sed es una de las sensaciones que más fácilmente confundimos con hambre. Esto es porque nuestros ancestros obtenían gran parte de su hidratación a través de verduras y frutas frescas. Por eso hidratarte es tu primer gran aliado ante los antojos. Puedes beber un vaso de agua grande —o alguna bebida sana que se sienta agradable para ti en este momento, como agua de jamaica, una infusión de hierbabuena o de lavanda, agua de coco o agua con jugo de limón y una pizca de sal rica en minerales. Recuerda no endulzarlas. Después de beber un vaso grande (con calma y enfocando tu atención en la hidratación que recibe tu organismo), deja pasar unos 10 o 15 minutos para que haga su efecto.

  1. ¿Qué tan bien he dormido? ¿Me siento cansado o con poca energía?
    Cuando no descansamos bien, las hormonas relacionadas con el apetito suelen alterarse
    y provocar antojos insistentes, en especial de azúcar, cafeína o sabores fuertes que te den esa sensación de energía o vitalidad. Si identificas que la causa de tu antojo puede ser el cansancio, elige un snack saludable que te aporte energía y revisa qué cambios puedes hacer en tu rutina del día para obtener el descanso que necesitas. El sueño siempre es prioritario.
  2. ¿Mis alimentos del día han sido nutritivos?
    Si durante el día muchos de tus alimentos no han sido saludables, tu cuerpo enciende las señales de hambre y antojo porque no ha recibido la nutrición que necesita. Además, este tipo de alimentos suelen provocar que aumente tu apetito.
    Si has comido sobre todo alimentos procesados, azúcares, grasas artificiales, harinas refinadas, frituras, bebidas comerciales, etcétera, procura que tu siguiente comida sea muy nutritiva y que incluya alimentos reales e idealmente orgánicos (verduras, proteína de algún animal, grasas saludables, hierbas y especias, frutas de temporada).
  3. ¿Estoy sintiendo estrés o ansiedad? ¿Qué otros tipos de nutrición estoy necesitando?
    A veces tenemos hambre de serenidad, hambre de cariño o hambre de distracción. ¿Qué es eso que deseas sentir? Puede ser la sensación de que todo estará bien o un momento de descanso (en momentos de estrés alto o cuando tienes una preocupación). Puede ser  un deseo de compañía o de cercanía, en especial cuando estás teniendo algún conflicto en una relación o cuando extrañas a alguien. También puede ser un deseo de sentir algo emocionante y distinto, como una aventura fuera de lo cotidiano, sobre todo cuando has tenido días difíciles o monótonos. Es común que busquemos sentir estas emociones a través de la comida, porque tenemos recuerdos relacionados con ciertos sabores desde pequeños. Si puedes identificar qué es lo que estás deseando sentir, puedes obtenerlo de otra manera, como llamar a un amigo querido, consentirte con aromaterapia, una crema, una mascarilla o una ducha, ver un video corto de algún tema que te emocione o te haga reír, jugar un momento con un niño, cualquier opción que se sienta bien para ti.